Manifiesto

Somos como el abejorro, un insecto al que durante muchos años los científicos cuestionaban su capacidad de volar. Durante el siglo pasado, biólogos y estudiosos de diferentes partes del mundo concluyeron que su tamaño, su peso y la forma de sus alas desafiaban la aerodinámica y que era imposible que pudiera mantenerse en el aire. Claro, el abejorro volaba y eso dejaba atónitos a los expertos que durante décadas presentaban al abejorro como una excepción a la regla, el insecto que volaba porque ignoraba que no podía hacerlo.

Muchos años después los científicos y académicos encontraron nueva información que les permitió comprender cómo es que el abejorro volaba. Se dieron cuenta de que no desafiaba la naturaleza ni las leyes de la física, no había milagro, solo un esfuerzo constante y valiente del abejorro por mantenerse en el aire. Por eso somos como él, porque nuestra historia tiene mucho de desafío, de valentía, de ir contra la corriente, de repensar las cosas; de buscar cambios que, en principio, no siempre se entienden ni son tan claros, pero luego nos permiten volar, aunque antes parecía imposible.